En este tiempo tan especial que estamos viviendo... tuve, al comenzar a escribir, la fuerte tentación de refugiarme en la calidez de la historia de los grandes hechos, de los grandes hombres, de la grandes hazañas... de esconderme en ella y eludir el compromiso de pensar y repensar lo que nos está pasando.
Pero me llegó al corazón el recuerdo de las personas que amo y que quieren una patria diferente, un país diferente; que desean fervientemente aprender del pasado y construir un espacio en que haya lugar para todos: para los que detentan el poder de la palabra, para los que detentan el poder político, para los que detentan el poder económico y para los eternos convidados de piedra de nuestra historia. Y al pensar en todos y cada uno de ellos los vi, como se los ve en los medios por estos días, haciendo flamear la bandera... cantando el himno... Y me pregunté con desazón si esos dos símbolos patrios no se estarán convirtiendo en símbolos "estelares”... símbolos vacíos que cada uno carga de sentido según le convenga.
Y al buscar respuestas descubrí que cargar de sentidos parciales nuestra bandera... nuestro himno... o el concepto mismo de “pueblo” significa excluir, arrogarse el derecho de ser el único al que la Patria le pertenece...
¿Y los que quedan fuera de ese sentido, de esa interpretación, no son argentinos? Preguntarme eso hizo temblar los cimientos mismos en los que se sustenta mi actividad docente: ¿qué estoy haciendo en la escuela? ¿Qué estoy haciendo si generaciones y generaciones superponen el sentimiento al pensamiento?
Es indudable que la Patria es un sentimiento... pero sobre todo debe ser el resultado de un pensamiento colectivo que desee, desde el imperio de la razón, recrear un país para todos... Porque nos debemos la oportunidad de construir desde el conocimiento un país mejor... Porque a veces... esta Patria y esta Bandera me duelen... Y no quiero que esto les pase a otros.
Pero me llegó al corazón el recuerdo de las personas que amo y que quieren una patria diferente, un país diferente; que desean fervientemente aprender del pasado y construir un espacio en que haya lugar para todos: para los que detentan el poder de la palabra, para los que detentan el poder político, para los que detentan el poder económico y para los eternos convidados de piedra de nuestra historia. Y al pensar en todos y cada uno de ellos los vi, como se los ve en los medios por estos días, haciendo flamear la bandera... cantando el himno... Y me pregunté con desazón si esos dos símbolos patrios no se estarán convirtiendo en símbolos "estelares”... símbolos vacíos que cada uno carga de sentido según le convenga.
Y al buscar respuestas descubrí que cargar de sentidos parciales nuestra bandera... nuestro himno... o el concepto mismo de “pueblo” significa excluir, arrogarse el derecho de ser el único al que la Patria le pertenece...
¿Y los que quedan fuera de ese sentido, de esa interpretación, no son argentinos? Preguntarme eso hizo temblar los cimientos mismos en los que se sustenta mi actividad docente: ¿qué estoy haciendo en la escuela? ¿Qué estoy haciendo si generaciones y generaciones superponen el sentimiento al pensamiento?
Es indudable que la Patria es un sentimiento... pero sobre todo debe ser el resultado de un pensamiento colectivo que desee, desde el imperio de la razón, recrear un país para todos... Porque nos debemos la oportunidad de construir desde el conocimiento un país mejor... Porque a veces... esta Patria y esta Bandera me duelen... Y no quiero que esto les pase a otros.
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